Nuestra mente procesa alrededor de 60.000 pensamientos diarios, de los cuales un 95 % son involuntarios y, sorprendentemente, casi el 80 % tienden a ser negativos. Sigmund Freud definía el subconsciente como el conjunto de impulsos y pensamientos aún no conscientes, aquellos que permanecen latentes en nuestra psique. Sin embargo, ¿sabías que la mayoría de estos pensamientos pueden afectar significativamente nuestra salud mental y bienestar diario?
Para profundizar en este tema, en Madrid mejora tu vida hemos consultado a David Cru, director del Instituto Europeo de Coaching, quien explica cómo los pensamientos inconscientes influyen en nuestra mente y qué impacto pueden tener si no se gestionan adecuadamente.
Vivimos lo que pensamos
"Nuestra mente no deja de contarnos historias. Más que vivir lo que ocurre a nuestro alrededor, experimentamos lo que nuestra cabeza nos dice", señala David Cru. Esto significa que nuestro estado emocional está estrechamente ligado a las narrativas internas que construimos. Según el experto, estas historias surgen de nuestras creencias y mapas mentales, que funcionan como una "guía" con la que intentamos interpretar y dar sentido al mundo.
¿Por qué generamos tantos pensamientos negativos?
La predisposición a los pensamientos negativos tiene una explicación evolutiva. David Cru explica que el cerebro humano está diseñado para anticiparse a posibles amenazas como un mecanismo de supervivencia. Esto provoca que nuestra mente se mantenga en un estado de alerta constante, generando escenarios adversos para prepararnos ante ellos.
Además, pasar demasiado tiempo en la "red neuronal por defecto", es decir, en un estado de pensamiento divagante y repetitivo, puede aumentar la sensación de infelicidad y estrés.
Estrategias para gestionar los pensamientos negativos
Afortunadamente, existen técnicas para manejar estos patrones de pensamiento y reducir su impacto en nuestra vida diaria:
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Escribirlos: Anotar los pensamientos negativos ayuda a darles forma y perspectiva, permitiendo identificarlos y cuestionarlos.
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Terapia cognitivo-conductual: Este enfoque psicológico ha demostrado ser eficaz para modificar patrones de pensamiento disfuncionales.
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Ejercicio físico: La actividad física libera endorfinas, mejora el estado de ánimo y ayuda a reducir la ansiedad.
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Meditación y mindfulness: Estas prácticas permiten entrenar la mente para centrarse en el presente y evitar la rumiación mental.