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Procesión suspendida por lluvia: el Cristo de Medinaceli recibe devoción en la puerta de la Basílica
- Una fuerte tormenta ha condicionado las salidas de los pasos

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La devoción al Cristo de Medinaceli entre los madrileños continúa en auge, con aproximadamente 8.000 miembros inscritos en la Hermandad y filiales que se extienden por diversas partes de España y el extranjero.
Este Viernes Santo, la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli se ha visto obligada a tomar la difícil decisión de no salir a la calle en procesión debido a las inclemencias del tiempo.
A pesar de no poder llevar a cabo la tradicional procesión, la Hermandad ha hecho un gesto significativo al sacar las dos imágenes del Cristo de Medinaceli y la Virgen de los Dolores a las puertas de la Basílica para que el pueblo de Madrid pudiera rendirles homenaje.

La lluvia trunca las procesiones de Viernes Santo en Madrid y Alcalá de Henares
La Hermandad está compuesta por 2.600 hermanos, quienes, junto a más de 120 costaleros, son responsables de cargar la imponente talla del Cristo, que mide 1,73 metros y fue tallada en Sevilla en el siglo XVII. El trono, que pesa 3,5 toneladas y alcanza los cuatro metros de altura, se ha convertido en un símbolo del sacrificio y devoción que muchos expresan cada Viernes Santo.
La historia del Cristo de Medinaceli es tan rica como su devoción. Originalmente llevado por los Capuchinos a Marruecos para el culto de los soldados españoles, fue capturado en 1681 por Musley Ismael y su ejército.
En un acto heroico, Fray Pedro de los Ángeles solicitó el rescate al rey, tasando la imagen en oro según su peso. Tras varias gestiones milagrosas, logró rescatarla y llevarla a Tetuán, Ceuta y Sevilla antes de llegar finalmente a Madrid en 1682, donde se organizó la primera procesión.

Estación de Penitencia de la Esperanza Macarena en el Convento de las Carboneras
Durante la Guerra Civil española, la imagen fue escondida en los sótanos del convento para protegerla. Posteriormente, fue trasladada a Valencia y Barcelona antes de llegar a Ginebra. En 1939, fue reclamada y recibida con honores militares en Pozuelo de Alarcón antes de ser llevada a su templo actual.
La basílica regida por los Padres Capuchinos recibe visitantes durante todo el año, quienes buscan rendir homenaje al Cristo de Medinaceli. Con cada nueva procesión y cada nuevo miembro que se une a la Hermandad, la devoción por esta imagen sigue fortaleciéndose en Madrid y más allá. A pesar de las adversidades climáticas, el espíritu del Cristo de Medinaceli sigue iluminando los corazones de sus fieles.