Eduardo, el limpiabotas que brilla con tradición en Madrid
- Su herramienta de trabajo es una caja con más de 50 años de historia
En el bullicioso corazón de Madrid, en el emblemático Patio de Leones, Eduardo ha dedicado su vida a un oficio que resuena con nostalgia y pasión. Desde los 14 años, este limpiabotas ha estado dando brillo al calzado de la ciudad, un legado familiar que se remonta a generaciones. "Me viene de herencia, mis padres, mis tíos, mi familia toda, limpiabotas", comparte con orgullo.
Con más de 35 años de experiencia en este arte, Eduardo recuerda sus inicios en la icónica Puerta de Alcalá. A pesar del tiempo transcurrido, su entusiasmo por el trabajo no ha disminuido. "Disfruto limpiando zapatos porque para un trabajo te tiene que gustar lo que estás haciendo", asegura con una sonrisa.
La labor de Eduardo es meticulosa. Su proceso comienza con la limpieza del zapato para eliminar la suciedad acumulada. Luego aplica una crema especial que no solo nutre el material, sino que también le otorga un brillo excepcional. Incluso ha llegado a limpiar zapatos valorados en 1.800 euros. "Esos me da miedo hasta tocarlos", confiesa.
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Siguiendo un estilo tradicional, Eduardo se aferra a las técnicas que se utilizaban antaño, cuando los zapatos recibían un cuidado mucho más exhaustivo. Hoy en día, logra limpiar alrededor de diez pares al día, cada uno por un precio accesible de seis euros.
Sin embargo, lo que realmente destaca es la conexión personal que establece con sus clientes. "No solamente por cómo limpia los zapatos, que es un artista, sino porque es un amigo", comenta uno de ellos.
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Muchos clientes prefieren disfrutar del servicio bajo el sol mientras saborean un aperitivo. "La verdad que no es lo mismo que hacerlo uno. Es otro brillo, es algo que se valora y un oficio que está desapareciendo", añade otro cliente entusiasta.
El futuro de este oficio tan singular parece incierto en una era donde la rapidez y la eficiencia predominan. A pesar de ello, Eduardo sigue adelante con su pasión y dedicación. "Estos cepillos se jubilarán conmigo", concluye con determinación, dejando entrever su deseo de mantener viva esta tradición tan especial en el corazón de Madrid.
