Entre cruces que miran al cielo rodeadas de cipreses, cruceiros tallados a cincel, ángeles de la guarda protectores de almas e inscripciones acompañadas de rosas que recuerdan el anhelo de un descanso en paz. Vísperas de Todos los Santos, los vecinos de Galapagar honran un año más a sus difuntos.
Carmen, Felipe, Andrea, Rubén o Vanesa son algunos de los vecinos que han visitado el cementerio del municipio para recordar a sus seres queridos fallecidos. Llevar flores es una tradición común en este día, y tiene varias razones detrás.
Primero, las flores son un símbolo de respeto y amor hacia los difuntos. Al colocarlas en las tumbas, las familias expresan su recuerdo y aprecio por aquellos que han partido. Además, también representan la vida y la belleza, recordando que, aunque la persona ya no esté físicamente, su memoria sigue viva en el corazón de quienes la conocieron.
A veces, se suelen llevar flores específicas como crisantemos o lirios, que son especialmente populares en esta época del año. Visitar el cementerio y adornar tumbas con flores es una forma de mantener viva la conexión con los seres queridos y celebrar su vida.
En otras partes del mundo, como en México, la celebración del Día de Muertos incluye muchas prácticas similares, pero también tienen elementos únicos como las ofrendas o las calaveras de azúcar, teniendo cada uno de ellos un significado especial.
En su caso, las flores, especialmente el cempasúchil, son consideradas como una forma de guiar a los espíritus de los difuntos de regreso a los hogares. Se cree que su color brillante y su aroma ayudan a atraer las almas y les muestran el camino hacia las ofrendas preparadas por sus seres queridos.