Las obras son siempre molestas, para los conductores y también para los vecinos. Y más si son obras que se prolongan en el tiempo. La de la A-5 no es la primera de estas características; antes, los vecinos de Madrid Río vivieron durante años las del soterramiento de la M-30, o los de Pacífico con el desmantelamiento del scalextric que había en la zona.
Hoy coinciden en que mereció la pena. Han ganado calidad de vida e incluso sus viviendas se han revalorizado. Como decía una señora: "Para presumir hay que sufrir".