En plena crisis del Covid-19, la Comunidad de Madrid puso en marcha la construcción del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, diseñado inicialmente para tratar a los pacientes afectados por el virus. Pero tuvo en plena pandemia otros usos muy importantes: en febrero de 2021, se transformó en uno de los mayores centros de vacunación masiva de España. Miles de madrileños pasaron por sus instalaciones para recibir la vacuna contra la covid
Mientras tanto, la vida en confinamiento exigió adaptarse a circunstancias inéditas. La creatividad se convirtió en aliada para sobrellevar el encierro y, en muchos casos, la soledad. Las cocinas se llenaron de actividad, las búsquedas de recetas en internet se multiplicaron, y entre fogones, algunos descubrieron una pasión hasta entonces oculta.
Las pantallas fueron el puente que mantuvo unidas a familias y amigos. Las videollamadas se volvieron esenciales para no perder el contacto. En el ámbito escolar, las clases presenciales dieron paso a temarios digitales, tareas online y conexiones virtuales, todo ello mientras los estudiantes compartían más tiempo que nunca con sus seres queridos en casa.
Con la movilidad limitada, el salvoconducto se convirtió en un documento vital para justificar cualquier salida durante el toque de queda. Las calles, casi desiertas, reflejaban un panorama insólito: compras solitarias, colas silenciosas con mascarillas y guantes y una distancia social de seguridad que marcaba cada interacción.
Aun así, la pandemia no apagó los momentos de celebración. Cumpleaños y eventos especiales se reinventaron. Los balcones se convirtieron en escenarios improvisados desde los que contemplar y compartir la vida.