Desde hace unos años, Mariano, un padre de familia que se enfrenta a una situación desgarradora, vive una auténtica pesadilla debido a unas personas que han okupado su vivienda en Entrevías, viéndose forzado a compartir una habitación de apenas seis metros cuadrados con su hija en casa de su madre.
La angustia de Mariano es palpable. "Mi vida a día de hoy es desesperante. No le puedo dar a mi hija la vida que ella se merece", confiesa, mientras lucha contra los efectos del estrés y la ansiedad provocados por esta situación.
Mariano se ha visto obligado a cancelar un viaje escolar a Inglaterra que su hija esperaba con ilusión debido a la imposibilidad económica. "No puedo pagárselo", lamenta. Tras separarse y regresar con su hija a casa de su madre, pensó que podría recuperar el control de su vida. Sin embargo, al intentar retomar la vivienda que había alquilado, comenzó su calvario.
Los okupas que han tomado posesión de su hogar le deben actualmente 18.000 euros en alquiler y gastos de servicios básicos como luz y agua. "Me dijeron que ni pagaban ni se iban a ir", relata Mariano, quien también menciona que estos inquilinos han alegado estar en situación de vulnerabilidad para justificar su okupación ilegal.
La situación se complica aún más al descubrir que el exmarido de la okupa ha montado una empresa cuyo domicilio social está registrado en la casa de Mariano. "Los vecinos lo que me comentan es que el exmarido sigue viviendo allí. No sé si será una estrategia o no".
La angustia no solo afecta a Mariano y su hija; también está impactando gravemente a su madre, de 80 años, quien ha visto cómo sus ahorros se desvanecen al intentar ayudar a su hijo en esta difícil situación y que le ha llevado a una depresión.
En un contexto donde el derecho a un hogar digno debería ser prioritario, historias como la de Mariano nos recuerdan la urgencia de encontrar soluciones efectivas para proteger los derechos de los propietarios y garantizar un futuro mejor para todos.