De 1803 vivimos a todo tren: fue en ese año cuando se inventó la primera locomotora de vapor. En aquel momento fue todo un adelanto poder trasladar mercancías a 7 km por hora.
En 1829, uno de los precursores del ferrocarril en nuestro país, el gaditano José Manuel Díez Imbrechts, presentó la primera solicitud de construcción de una línea ferroviaria. Esta primera iniciativa fracasaría al no encontrar suficientes inversores.
Así, en la España peninsular tuvimos que esperar hasta 1848 para tener la primera línea que unía Barcelona con Mataró. La llegada del tren significaba el fin de tediosos viajes en carruaje tirado por caballos. El proyecto, del que fue responsable Miquel Biada, unió, mediante 28 kilómetros de vías, ambas localidades.
Aunque el primer ferrocarril español, en realidad, se estrenó al otro lado el charco: en Cuba, en aquel momento colonia de nuestro país, donde se instaló la cuarta línea férrea de todo el mundo en 1837.
La construcción de este ferrocarril se realizó para transportar las mercancías como la caña de azúcar de la rica región agrícola de Güines con el puerto de La Habana.