El nuevo mecanismo para el reparto de la acogida de los migrantes llegados de manera irregular a los países de entrada a la Unión Europea ha sido aprobado este jueves por los ministros de Interior. Se trata de uno de los pilares del equilibrio entre "responsabilidad y solidaridad" que buscaban los gobiernos para desbloquear la reforma de la política de asilo común.
Este acuerdo, no obstante, no es el final del camino de la reforma, pero fija las líneas rojas de los Veintisiete que deben negociar ahora la versión definitiva de los reglamentos para el control y el procesamiento del asilo con el Parlamento Europeo para cumplir el objetivo de cerrar el Pacto sobre Migración y Asilo antes de las próximas elecciones europeas, en junio del próximo año.
"Muchas gracias por este amplio apoyo", ha dicho la ministra sueca de Interior y presidencia de turno de la UE, Maria Malmer, tras constatar que se daba la mayoría cualificada necesaria para dar luz verde a los textos sobre la mesa, tras una jornada de negociaciones entre ministros. "Somos mucho más fuertes cuando trabajamos unidos", ha celebrado, por su parte, la comisaria de Interior y promotora de la reforma, la socialista sueca Ylva Johansson.
Según la comisaria Johansson, la migración ha sido un tema "tóxico" durante mucho tiempo y ha bloqueado la reforma durante más de siete años por las grandes diferencias entre los gobiernos. Ha expresado que "este es un día histórico", aunque queda por delante la negociación con la Eurocámara, que insiste en introducir cuotas obligatorias de reubicación.
El acuerdo ha sido posible después de que Italia levantara sus reservas con respecto a las condiciones para deportar a los migrantes sin derecho al asilo que llegan a la Unión Europea. Finalmente, sólo Hungría y Polonia han votado en contra del acuerdo, aunque las delegaciones de Bulgaria, Malta, Eslovaquia y Lituania se han abstenido porque tampoco están satisfechos con el texto.
La solución final es el resultado de meses de negociación a nivel técnico conducidos por la presidencia de turno que ocupa Suecia este semestre y que pretende garantizar el "equilibrio" entre la solidaridad que reclaman los países del sur, como España e Italia, y las líneas rojas de los socios del este y del norte, que apelan a la "responsabilidad" de los primeros para contener los movimientos secundarios.
La fórmula acordada establece una reubicación de un mínimo de 30.000 migrantes cada año y una contribución financiera de al menos 600 millones de euros anuales a la reserva de solidaridad de aquellos gobiernos que no acepten dar asilo a la parte que les corresponda, lo que en la práctica supone que deberán pagar una compensación de 20.000 euros por cada traslado rechazado.
La propuesta prevé también como alternativa una aportación en material útil para la gestión y control de los flujos a la altura del valor de la compensación estimada. "Hoy hemos dado un gran paso para dotar a Europa de un sistema de asilo y migración más eficaz, más solidario y más justo", ha celebrado el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, en un comunicado remitido al término de la reunión.