El Brutalista, una de las grandes películas del último año y en buena posición en la carrera de premios del cine, llega a España. La cinta ha vuelto a situar a Adrien Brody en las quinielas de los galardones, tras los premios que cosechó con El Pianista hace ahora más e 20 años.
Se trata de una película épica sobre inmigración, arquitectura y el sueño americano. Es la vida de Laszlo Toth, un arquitecto inmigrante húngaro y judío inseparable de la tragedia. Recuerda mucho al que Brody interpretó en la citada El pianista.
Al personaje le cambia la vida cuando un arrogante benefactor le encarga un megalómano proyecto arquitectónico. La película es una alegoría de los difíciles siete años que empleó el director hasta rodarla, por solo diez millones de dólares.
"No la concebimos así, pero muchas escenas reflejan nuestra propia experiencia. La pelea por este proyecto nos ha resultado muy familiar con la historia", ha dicho en la presentación de la cinta en Madrid.
El actor admite la influencia de su propia historia familiar, hijo y nieto de inmigrantes húngaros. Un antes y un después en su carrera: "Por la complejidad del personaje, los matices y lo que abarca... El amor, la pérdida, los anhelos... Por esa necesidad de resistir que tiene, desde luego me ha cambiado la vida".
Es una película monumental. De tres horas y media con descanso incluido de quince minutos. Rodada en un analógico y anacrónico formato Vistavision. Un órdago artístico al que solo le falta el Oscar... siempre que Emilia Pérez se lo permita...