La emblemática Cuesta de Moyano, conocida como “la calle más leída de Madrid” según Paco Umbral, celebra su centenario este año, un hito que la consolida como un rincón único en el mundo. Este mercado al aire libre de libros, con más de 30 casetas, no solo ha resistido el paso del tiempo, sino que también enfrenta los retos de la era digital con una mezcla de vocación, resistencia y magia.
En una entrevista en Buenos Días Madrid, Carolina Méndez, presidenta de la Asociación de Libreros de la Cuesta Moyano, y Lara Sánchez, fundadora de Soy de la Cuesta y librera, compartieron la historia y los desafíos de este lugar icónico, especialmente en la semana del Día Internacional de la Mujer.
Un poco de historia
La Cuesta debe su nombre a Claudio Moyano, político que impulsó una de las leyes educativas más duraderas de España, y desde 1925 ha sido hogar de libreros que han convertido este espacio en un punto de encuentro para lectores y escritores.
Figuras como Ortega y Gasset, Hemingway, Pío Baroja, Galdós y Mario Vargas Llosa han pasado por sus casetas, tocando y hojeando los lomos de libros que hoy son tesoro para coleccionistas y amantes de la literatura.
“Es un cumpleaños muy especial, no todos los días se cumplen 100 años”, destacó Carolina Méndez, quien subrayó el orgullo de mantener viva esta tradición frente a la “revolución tecnológica” que amenazaba con hacer desaparecer el formato en papel.
La lucha diaria de sus libreros y la magia del lugar
Lara Sánchez, por su parte, habló de la lucha diaria de los libreros: “Es muy duro, pero hay una magia ahí, la magia del encuentro con el lector a pie de calle”. Los libreros, expuestos a las inclemencias del tiempo –montando y desmontando sus tableros bajo lluvia, humedad o calor extremo–, enfrentan además la competencia de gigantes como la venta online y los libros digitales.
“Es David contra Goliat”, afirmó Sánchez, pero enfatizó que el papel tiene un encanto que el formato electrónico no puede igualar: “El libro en papel engancha, el lector lo huele, lo toca, imagina quién lo tuvo antes en sus manos”.
Esta magia, según las entrevistadas, reside también en los encuentros espontáneos que surgen en la Cuesta. Desde charlas entre un exgeneral de la División Azul y un ministro del PSOE hasta tertulias improvisadas entre lectores, el lugar fomenta una conexión humana que trasciende generaciones.
La voces de los libreros
“Mi abuelo tenía una caseta y he visto de todo”, relató Sánchez, quien fundó Soy de la Cuesta hace cinco años con el dinero de unas cartas inéditas de Ortega y Gasset que encontró, para revitalizar este espacio junto a socios como Cristina Rosenvinge, Antonio Lucas y Fernando Aramburu.
Entre las voces de los libreros, Paloma (25 años) destacó que lleva “esto en la sangre”, siendo nieta de uno de los pioneros, mientras Fernando Plaza de Lamo, de la caseta número 6, lleva 63 años en la Cuesta, siguiendo los pasos de su padre y ahora acompañado por su hijo, representando tres generaciones de pasión librera.
Su Café Literario pendiente del la Unesco
Con la Unesco pendiente de su valor cultural y eventos como la Semana de la Moda o las próximas tertulias literarias –incluyendo un homenaje a Antonio Machado–, la Cuesta de Moyano no solo celebra sus 100 años, sino que mira al futuro.
“Súmense a la causa, estamos en redes sociales y en la web”, invitó Sánchez, mientras Méndez pidió a los madrileños seguir visitando y comprando libros para mantener viva esta “calle de las letras”. Un siglo después, la Cuesta sigue siendo un refugio para los que buscan historias, charlas y ese olor inconfundible del papel viejo.
Recital Coro Raíces y Retornos
Dentro del amplio programa de actividades para conmemorar su 100 años de historia, este domingo, 8 de marzo, a las 10:30 horas, tendrá lugar con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, recital de cantos por parte del coro Raíces y Retornos, fundado en 2023, como un homenaje a la riqueza musical y cultural de España y Latinoamérica, que presentará un repertorio dedicado a las canciones de trabajo, granparte de las cuales fueron entonadas por mujeres.
Estos cantos, nacidos al compás de las labores cotidianas, reflejan la fuerza, las luchas y las esperanzas de las personas que los cantaron