El programa 21 de 'Toc toc... ¿se puede?', nos invita a cuatro viviendas muy diferentes pero todas increíbles: desde un ático con espectaculares vistas en el barrio de La Latina, hasta un chalet 'en blanco y negro' y un original dúplex cuyo principal atractivo es 'la filosofía de vida' de su propietario. Y como anfitrión protagonista, contamos esta vez con un deportista de élite: el jugador de waterpolo Víctor Gutiérrez.
Paramos en un particular dúplex junto al viaducto de Segovia, en donde conocemos a todo un aventurero, un alma libre que ha recorrido medio mundo. Gran parte de su casa está decorada con objetos y recuerdos que él ha ido acumulando en sus múltiples viajes: un asiento con forma de elefante indio, unos sofás casi a ras de suelo y hasta una polea en el techo desde donde cuelga su bicicleta. Todo bajo techos de 5 metros de altura en pleno Madrid de los Austrias.
De un piso de época pasamos a un imponente chalet vanguardista en Boadilla del Monte, custodiado por dos leones toledanos y con un llamativo módulo en negro. Tiene ocho dormitorios, porche con zona relax... y tres joyas guardadas en su garaje. Es la casa del dentista Iván Malagón, responsable de la perfecta sonrisa de muchos famosos y, desde ahora, seguro que conocido también por su espectacular y rompedora casa.
Y regresamos al centro de Madrid para conocer un ático lleno de color y decoración ecléctica a pocos pasos de la basílica de San Francisco el Grande. Allí encontramos cojines de lentejuelas, originales lámparas y hasta un cabecero de cama hecho con leña. Y por si fuera poco, el piso tiene 2 terrazas a 2 niveles, desde donde se divisa todo Madrid gracias a sus vistas 360º.
Terminamos en la casa de nuestro anfitrión protagonista, en Puerta de Toledo. Allí nos espera Víctor Gutiérrez, estrella de waterpolo profesional español y primer deportista de élite que salió del armario en España. Víctor nos enseña su casa familiar, desde su dormitorio lleno de premios deportivos y muñecos de Star Wars, pasando por la amplia cocina donde no pueden faltar caramelos mentolados y la terraza con vistas a la Puerta de Toledo, un privilegio del que pueden presumir muy pocos.