Casimiro cambió el traje y la oficina de un banco en la Castellana por la tranquilidad de Robledondo y una vida entre burros. Su original propuesta: una ruta de tapeo por los bares del pueblo montado en burros zamoranos.
La experiencia incluye un paseo por los caminos de la sierra con paradas en bares donde se pueden degustar torreznos, patatas revolconas y otras delicias típicas, todo por precios muy asequibles.
Además de los bares de Robledondo, la experiencia se extiende a pueblos cercanos como Santa María de la Alameda y Valespino.
Más allá del turismo, la iniciativa también ayuda a preservar la raza de burro zamorano, en peligro de extinción.
Casimiro tiene 12 burros y asegura que son animales inteligentes, nobles y perfectos compañeros para descubrir la gastronomía serrana a un ritmo pausado y auténtico.