La herradura, ese accesorio de hierro en forma de “U” que se ve en los cascos de los caballos, ha sido durante siglos algo más que una herramienta de protección para los animales de carga.
Desde tiempos antiguos, se le atribuye un misterioso poder para ahuyentar el mal y atraer la buena suerte. Pero, ¿de dónde surge esta creencia? La respuesta se halla en una leyenda protagonizada por un astuto herrero y el mismísimo diablo.
La leyenda cuenta que el herrero Sandun, conocido por su destreza y valentía, recibió un día la visita de un cliente inusual.
El diablo, disfrazado de hombre, entró en su herrería y le pidió que le colocara unas herraduras nuevas. Sandun, lejos de intimidarse, reconoció la verdadera identidad de su cliente.
Entonces, planeó una estrategia astuta: en lugar de herrarle las patas, lo inmovilizó y, con unas pinzas al rojo vivo, le marcó la nariz. El diablo, atrapado y humillado, escapó herido y maldiciendo el nombre de Sandun.