Mientras la Iglesia católica se prepara para elegir al sucesor del papa Francisco, todos los focos apuntan a los nombres más nombrados por los vaticanistas.
Sin embargo, como ha ocurrido en cónclaves anteriores, no se puede descartar que el nuevo Papa sea un tapado, un candidato inesperado que emerja entre las votaciones como figura de compromiso.
La historia papal está llena de sorpresas. El cardenal Karol Wojtyła, prácticamente desconocido fuera de Polonia, fue elegido como Juan Pablo II en 1978. En 2013, Jorge Mario Bergoglio, quien no aparecía en las quinielas más citadas, salió al balcón de San Pedro como Francisco.
Y ahora, en medio de una Iglesia más global y diversa que nunca, el margen para la sorpresa sigue abierto.
'Quien entra Papa sale cardenal', la máxima conocida por todos antes de un cónclave esta vez, como ya ocurriera con Benedicto XVI, puede no cumplirse, pues 'papables' como el cardenal filipino Luis Antonio Tagle o el poderoso secretario de Estado, Pietro Parolin, siguen sonando con fuerza, pero también aparecen nombres nuevos listos para dar la sorpresa, como el estadounidense Robert Francis Prevost.
De momento Parolin sigue siendo el nombre más fuerte, algunos ya le atribuyen un paquete de alrededor de 40 votos, que, en una primera votación, sería muy importante para que en las siguientes llegase a aglutinar los dos tercios u 89 votos. Otro cardenal fuerte es el filipino Luis Antonio Tagle, prefecto para la evangelización y capaz de atraer muchos votos asiáticos, aunque cuenta con fuerte rechazo por el ala más conservadora.
Por qué puede emerger un 'outsider'
No obstante, siempre puede surgir un candidato poco mencionado en las quinielas vaticanas.Las opciones están encima de la mesa. Si los principales nombres no alcanzan los dos tercios necesarios, el cónclave suele mirar hacia perfiles menos polarizantes y las votaciones estancadas pueden abrir paso a figuras de consenso.
En este sentido, un tapado puede ser la respuesta a la necesidad de tender puentes entre continentes, sensibilidades o corrientes internas, aunque para muchos cardenales, la elección no es solo una decisión política, sino también una llamada interior. En las últimas horas se siguen de cerca a varios nombres.
Uno de ellos es el del sueco Anders Arborelius, el primer obispo de Estocolmo de origen sueco desde la Reforma luterana.
Otro de los nombres que resuenan estos días es el de un jesuita, poliglota y relator del sínodo sobre la Sinodalidad; el luxemburgués Jean-Claude Hollerich. Su perfil intelectual y pastoral, moderado y europeísta, le convierte en una figura de consenso en un cónclave dividido. Cercano a Francisco, pero sin ser su heredero directo.
El maltés Mario Grech podría ser otro de los candidatos, que sería una buena opción si finalmente no sale adelante Parolin.
Nombrado secretario general del Sínodo de los Obispos en 2020, está considerado como uno de los mayores representantes de la Iglesia Sinodal que impulsó el Papa Francisco con el objetivo de hacer que la Iglesia del mundo camine unida, sin exclusiones ni prejuicios, sino escuchando la voz de todos.
No obstante, las miradas de muchos cardenales, en los últimos días, se han dirigido al discreto agustino Robert Francis Prevost, de 69 años, "el menos estadounidense de los estadounidenses", prefecto del dicasterio de los obispos, con veinte años en Perú a sus espaldas, primero como misionero y luego como obispo y reconocido por todos por su capacidad de escucha.
Pero hay nombres que podrían romper el guion escrito por muchos que aseguran que la Iglesia no está preparada para un papa africano.
La figura más carismática es el congoleño Fridolin Ambongo. Único africano del Consejo de Cardenales de Francisco y voz destacada de la Iglesia como presidente de los obispos africanos. Apuesta por "continuar" con todo lo que ha hecho Bergoglio para reformar la Iglesia aunque se opuso a la bendición de parejas homosexuales por el "escándalo" que supondría en África.
Otro posible candidato sería Berhaneyesus Demerew Souraphiel, Arzobispo de Addis Abeba y figura destacada del diálogo interreligioso en África Oriental. Su trayectoria como misionero y defensor de los derechos humanos podría posicionarlo como símbolo de una Iglesia verdaderamente universal.
Pero en el impredecible escenario de un cónclave, donde las dinámicas internas y las estrategias ocultas juegan un papel crucial, otros purpurados podrían surgir como "tapados" y figuras de consenso dentro del colegio cardenalicio.
Entre ellos, se podría situar al arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, con un perfil pastoral y gran sensibilidad hacia temas migratorios; el portugués José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación y cuya figura es valorada tanto en ambientes intelectuales como en el ámbito pastoral, o el italiano Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, con gran experiencia en el diálogo interreligioso. Aunque, en estos casos, la edad sigue siendo importante ante el riesgo de un pontificado de casi 30 años.