La pandemia ha hecho surgir un nuevo negocio, el del alquiler de piscinas particulares. Sus clientes son familias -normalmente con niños- que no disponen de estas instalaciones para refrescarse en verano. Otros eligen esta opción para evitar contagios en grandes instalaciones.
Negocio a la vista
Patricia y su marido Percy llevan desde el año pasado alquilando su piscina. Su motivo, la necesidad de ingresos ya que sus negocios en Perú, de donde provienen, están cerrados por la pandemia. Dicen que este año ha habido menos reservas que el año pasado porque la gente prefiere viajar, pero suelen tener dos o tres reservas a la semana porque tampoco quieren molestar más a los vecinos.
La mayoría de los que la alquilan son familias, o grupos de amigos, con niños y abuelos, casi todos lo hacen para todo el día para celebrar algún cumpleaños de los más pequeños. Señala el matrimonio que esta práctica ha sido muy satisfactoria tanto por su parte como por las personas que la alquilan, que han tenido muy buenas críticas y que sólo en alguna ocasión han tenido algún problema por la música y el ruido.
Este matrimonio acepta hasta 20 personas y el día completo cuesta 30 euros por persona y 15 los niños de hasta 12 años. El medio día se alquila por 20 euros, pero casi todos lo hacen por el día completo.
Una app para encontrar piscinas
Hace solo unas semanas Swimmy lanzó su App que está siendo un éxito absoluto de descargas en España que cuenta con más de 450 piscinas disponibles en todas las comunidades autónomas, el segundo después de Francia. Solo en Madrid hay 103.
Se trata de una actividad basada en la economía colaborativa donde todos ganan: usuarios y propietarios quienes pueden rentabilizar sus piscinas con hasta 8.000 euros por temporada. En España y de cara a esta temporada esperan multiplicar por tres las reservas con respecto al 2020.
Su cifra de negocio se ha multiplicado por 8 y sigue creciendo. Ellos aplican un 20% al huésped y un 17% al propietario.
